jueves, 17 de julio de 2008

Endemismo

La ecorregión valdiviana (al igual que los restantes bosques andino-patagónicos) se caracteriza por poseer una biota altamente endémica (Aizen y Ezcurra, 1998). Cerca del 30% de los géneros de plantas leñosas son endémicos del BTSA, y en este bioma existen hasta dos familias de plantas vasculares que están presentes en esta región y en ningún otro lugar del mundo (Aextoxicaeae y Misodendraceae). Esta alta incidencia de endemismos es comparable a la que caracteriza a floras insulares oceánicas y es, posiblemente, el producto de la larga historia de aislamiento de este bioma boscoso. Los endemismos florísticos (e incluso algunos zoológicos –e.g., el marsupial Dromiciops gliroides, considerado un fósil viviente–) se pueden caracterizar como "paleoendemismos”, es decir, como representantes de linajes que especiaron en un pasado lejano y que, hoy en día, están representados por una o pocas especies por género o familia. Muchos de estos endemismos se encuentran entre las plantas epífitas, parásitas o trepadoras, formas de vida muy bien representadas en la ecorregión valdiviana. Éstas son más características de biomas tropicales y, posiblemente, son parte de la herencia tropical que todavía se ve reflejada en la composición florística actual y en los procesos ecológicos que ocurren en estos bosques (Aizen y Ezcurra, 1998).Esta herencia tropical también se puede observar en las altas incidencias de polinización biótica(particularmente, ornitofilia) y dispersión animal (particularmente, endozoocoria), que se encuentran entre las más altas registradas para cualquier bioma templado. En la ecorregión valdiviana,cerca del 20% de las especies leñosas son presumiblemente polinizadas en forma exclusiva o, al menos, altamente eficiente por el único colibrí endémico de estos bosques, Sephanoides sephaniodes, lo que constituye un tipo de interacción altamente asimétrica y que otorga a este polinizador la categoría de especie clave (Aizen y Ezcurra, 1998; Aizen et al., 2002). Esta asimetría también caracteriza las interacciones lanta-dispersor, entre las que sólo dos especies de aves, Elaenia albices y Turdus falcklandii, son las mayores responsables de la dispersión de un gran número de especies de plantas leñosas productoras de frutos carnosos (Aizen et al., 2002). Este ecosistema también alberga interacciones únicas a nivel mundial, tales como la dispersión de semillas de la lorantácea Tristerix corymbosus por el marsupial Dromicops gliroides, probablemente una interacción muy antigua de origen gondwánico (Amico y Aizen, 2000). Las semillas de las demás especies estudiadas de esta familia que se encuentran mayormente en los trópicos y subtrópicos tienen dispersión mediante aves. En general, los estudios sobre redes de interacciones mutualistas planta-animal de la ecorregión valdiviana avalan la hipótesis de que la alta riqueza de plantas que son polinizadas o dispersadas por vertebrados depende de un ensamble extremadamente pobre de animales mutualistas. Por el contrario, en el caso de la polinización por invertebrados, trabajos recientes revelan que las flores entomófilas del BTSA interactúan con un ensamble insospechadamente diverso de insectos, rico en grupos taxonómicos exclusivos de este bioma (Aizen et al., 2002; Aizen y Amico, 2005). Aunque muchos de estos mutualismos parecen ser resilientes, otros aparentan tener un alto grado de sensibilidad ante distintas formas de perturbación antrópica, como la invasión de especies exóticas. Por ejemplo, en muchas zonas del BTSA el único abejorro nativo, Bombus dahlbomii, otro polinizador c2005).lave, ha sido reemplazado por su congénere de origen europeo B. ruderatus (Morales y Aizen, 2004), lo que produjo consecuencias potenciales para la polinización de la flora nativa (Morales y Aizen, 2002 y 2005).

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